Su nombre es hoy
Muchas de las cosas que necesitamos pueden esperar. El niño
no puede. El momento es justo ahora. Sus lunas se están formando.
Su sangre se está creando y sus sentidos se están desarrollando, a él
no podemos contestarle ”mañana”. Su nombre es hoy.
Gabriela Mistral
La niñez en el mundo y en México está pasando por graves violaciones a sus derechos fundamentales que son alimentación, salud, educación y cuidados. Los derechos de los niños han sido motivo de análisis y discusión; se han promulgado declaraciones, convenios, metas e informes internacionales, pero pocos países han realizado acciones concretas para el beneficio de la población infantil. Los niños y las niñas siguen muriendo de hambre, en las guerras, son desplazados, abandonados, están desnutridos, sufren situaciones de violencia y son explotados de muy diversas maneras.
México no es la excepción, en un país lleno de corrupción e impunidad, con más de 50 millones de personas en extrema pobreza, los niños son los más afectados. Millones de niños son víctimas del trabajo infantil, de la nula atención y cuidados por parte de sus padres, sufren hambre y enfermedades, no asisten a la escuela y no vislumbran ninguna esperanza de que sus condiciones cambien, hay numerosos estudios que demuestran que en nuestro país un niño que nace pobre, tiene 90 por ciento de posibilidades de morir pobre. El Estado mexicano debería tomar lo que le corresponde como responsabilidad y atender a esos millones de población infantil para mejorar sus posibilidades de una mejor vida mediante programas que no sean dádivas ni falsas promesas, sino programas transexenales bien estructurados que realmente respondan a la problemática de una manera sostenida y con resultados medibles, desde una perspectiva del pleno respeto a sus derechos. Los niños no deben seguir siendo prisioneros del desamparo.
Sabemos que los tres primeros años de vida son un periodo crítico en la vida de todo ser humano, en este periodo se construye de manera acelerada su desarrollo neurológico debido a la plasticidad cerebral de la infancia temprana. Es en esta etapa en la que se determinará su estabilidad emocional; los vínculos iniciales definirán sus vínculos con el mundo y sus posibilidades de crecer de una manera sana. Es por todo ello una etapa altamente vulnerable y por eso mismo fundamental. La intervención en el cuidado de los niños es una tarea que no sólo les corresponde a los padres, sino también a la sociedad y a los gobiernos.
En Chihuahua, 600 niños se encuentran bajo la tutela del Estado debido a la omisión de cuidados, a la violencia o abusos por parte de sus padres o las personas de su entorno cercano, otros 400 están en condiciones de calle constituyéndose así en presa fácil del abuso sexual, de la explotación laboral infantil, de la adicción a las drogas, del hambre, frío y enfermedades. Otros cientos más se encuentran en hogares en los cuales no se les proporcionan los satisfactores básicos y en los que también son víctimas de desnutrición, maltrato emocional y físico y son objeto de constante violación a sus derechos fundamentales. Muchos de ellos no asisten a la escuela, permanecen encerrados en sus casas a cargo de sus hermanos menores o cuidados por los mayores, en abandono total durante muchas horas y expuestos a cualquier tipo de peligros. La perspectiva de una mejor vida para ellos se siente cada vez más lejana.
En nuestra ciudad, el Gobierno del estado tiene habilitados 11 CAS (Centros de asistencia social), comúnmente conocidas como Casas hogar, para niños en abandono o que son víctimas de omisión de cuidados y/o violencia o abusos en su entorno familiar. También se cuenta con la Casa Cuna del DIF estatal para 100 niños entre los 0 y los 8 años. La Procuraduría para la protección de niñas, niños y adolescentes realiza el trabajo de detección y canalización a estas instancias, después de trabajar con las familias en la concientización de las situaciones de estos niños. Cuando no se percibe una solución inmediata a la situación en la que se encuentran en el seno familiar, son llevados a la Casa Cuna o las Casas hogar según sus edades. Muchos de estos niños sufren las secuelas de la violencia o de las adicciones de sus padres, un número considerable vive con alguna discapacidad moderada, severa o múltiple.
Se busca que en estos espacios, los niños en situación vulnerable logren superar la situación desalentadora que enfrentan; no obstante, hay grandes dificultades para que esto se logre por factores de presupuesto, organización y conocimiento del fenómeno de la vulnerabilidad infantil. Los encargados de estas instancias realizan grandes esfuerzos, pero no cuentan con el apoyo de expertos que les ayuden a reparar o en su caso establecer los lazos afectivos y parentales que esta población necesita con urgencia.
La única forma de romper los círculos de pobreza es proporcionar a los niños y niñas las herramientas emocionales y de respaldo en educación y salud que les permitan transformar los patrones aprendidos durante una vida de abandono y carencias de toda índole. Para ello se necesita voluntad de las organizaciones de la sociedad civil, de las instituciones educativas y de las instancias de Gobierno. Es necesario que los planes de atención a la infancia no se trunquen cuando cambian los funcionarios, ya que esto hace que los avances logrados, no sean significativos y que muchos de estos niños regresen a sus casas en peor situación o lo que es peor, a las calles, donde son presa de todo tipo de vejaciones. Una sociedad sana no es la que tiene más casas hogar para niños en abandono, una sociedad sana debe fortalecer los vínculos de apego, el concepto de familia de cualquier modelo que ésta sea; tendría que tener niños que posean identidad y sentido de pertenencia, niños sanos, bien alimentados, emocionalmente saludables, amados y con crianzas positivas. ¿Será ésta una utopía? Tal vez, pero como dijera Eduardo Galeano, las utopías nos hacen caminar.
Graciela Aída Velo Amparán
Académica del Campus Chihuahua UPNECH